Escritora: Sara Ortiz Moreno
Narrador: Anónimo
Organización: Didark y UGR
Título: Adentrándome en tierras tsimané
Nivel: Avanzado
Idioma: Español
Resumen: En esta historia, el protagonista narra sus vivencias con la tribu de los tsimané en Bolivia.
Palabras clave: Medicina, Bolivia, Viaje, Tribus aborígenes, Tsimané, Naturaleza.
¿Has viajado alguna vez a la selva amazónica para vivir junto a una tribu aborigen? Te voy a contar mi experiencia, adentrándome en la selva para convivir con un pueblo amazónico de Bolivia.
Pero antes déjame que te sitúe geográficamente. Bolivia es un país situado en la región centro-occidental de América del Sur. Limita al norte y al oriente con Brasil, al sur con Paraguay y Argentina y, al occidente, con Chile y Perú. No tiene litoral y mantiene una reclamación territorial a Chile por una salida soberana al océano Pacífico. Su superficie es la sexta más extensa de Latinoamérica y comprende distintos espacios geográficos como la cordillera de los Andes, el Altiplano, los Llanos de Moxos, el Charco y la Amazonía, siendo uno de los países con mayor biodiversidad del mundo. En su territorio se desarrollaron civilizaciones prehispánicas como Tiwanaku, la Cultura Hidráulica de las Lomas, la cultura moxeña y otras que sobreviven hasta la actualidad, como los Aymaras, urus, chiquitanos, guaraníes y otros. El español es su idioma oficial, a pesar de tener 36 lenguas indígenas entre las que destacan el guaraní, el aimara y el quechua.
Los tsimané es un pueblo originario de las tierras bajas de Bolivia, que habita en los municipios de San Borja, San Ignacio de Moxos, Rurrenabaque y Santa Ana de Yacuma del Departamento de Beni, un lugar que presenta uno de los mayores índices de pobreza de Bolivia. La etnia está formada por unas 120 comunidades, con una población de 16.958 personas. Viven en pequeñas comunidades compuestas por 20 o 30 familias. La organización social básica de los tsimané es la familia nuclear, la que mantiene vínculos de parentesco extendido con otras familias nucleares. Actualmente, el matrimonio es monogámico. La movilidad espacial de la población está íntimamente relacionada al patrón de asentamiento y al sistema de parentesco, articulando a menudo ambos componentes de su sistema social. Las comunidades tsimané presentan un patrón de asentamiento disperso, con pequeños agrupamientos y asentamientos, en parte gracias a la movilidad espacial. El tsimané es la lengua propia de esta tribu, aunque no todos sus integrantes la hablan. Desde el año 2000 es considerada una lengua índigena oficial de Bolivia, lo cual ha permitido su protección y su estudio para su conservación.
Esta tribu boliviana se remonta a hace unos siglos, cuando los españoles llegaron a estas zonas. Es en la última década del siglo XVII, cuando se tuvieron los primeros contactos con los tsimané. En el año 1693, se fundó la sexta Misión Jesuítica, la de San Francisco de Borja. Este pueblo se encontraba al este de la Misión de Santa Ana, entre Covendo y Mojos, al sudeste de Reyes y San Borja, fue descubierta por P. Herrero, quien no pudo complacer a sus habitantes, que les pedían un misionero, por la carencia de sacerdotes para atender misiones.
Ante la situación que estaban viviendo otras tribus con la llegada de los españoles, los tsimané tomaron la decisión de abandonar sus tierras y ocultarse en la selva, donde pensaban que estarían a salvo. Y allí establecieron sus poblados, casi ocultos del resto del mundo.
Las casas de los tsimané en la selva están hechas de caña, y principalmente les sirven para protegerse de la lluvia ya que no tienen paredes. Duermen en el suelo, en una especie de cama hecha con hojas, madera y cañas. Son tan pobres, que no tienen ni ropa ni calzado, ni vehículos y van andando a todas partes. Son un pueblo nómada y se mueven estacionalmente hacia tierras altas, en época de lluvia y hacia las bajas cuando hay una época seca. Sus cambios de residencia pueden deberse a varios motivos: buscar alimentos basados en la caza, la pesca y la agricultura para el autoconsumo; conflictos internos o la muerte de algún familiar.
La historia que voy a contar está relacionada con la ONG (Organización No Gubernamental) Solidaridad Médica España, que desarrolla su proyecto en la Amazonía Boliviana, en concreto, en el Departamento del Beni. Esta ONG, que fue fundada por un médico español que, de mayor, decidió dejar España y emprender este proyecto en Bolivia para ayudar a mejorar las condiciones de vida de los grupos desfavorecidos de Bolivia, garantizando el desarrollo sostenible. El objetivo principal de las personas que trabajan en esta ONG es devolver el derecho a la salud a las comunidades indígenas de la selva amazónica boliviana.
Te cuento todo esto porque a través de esta ONG y debido al problema en esta zona de Bolivia, emprendí esta aventura que os voy a narrar. Una aventura de solidaridad y pasión hacia mi profesión, la medicina, ayudando y prestando asistencia sanitaria básica en zonas de difícil acceso, zonas con unas condiciones de extrema pobreza y con escaso equipamiento sanitario. Fue una experiencia que marcó mi vida profesional y personal, y que me hizo valorar mucho mi vida en España. Aunque tengo que destacar que la tribu tsimané es conocida en todo el mundo por contar con las personas con mejor salud cardiovascular del planeta. Se ha llegado a determinar que la esperanza de vida de estas personas supera a la de cualquier occidental.
Esta aventura la inicié hace unos años cuando viajé desde España a Bolivia. Mi llegada fue al pequeño y rústico aeropuerto de Rurrenabaque que se encuentra literalmente en medio de la selva. En el centro de Rurrenabaque se encuentra el río Beni, destacado río boliviano de la cuenca amazónica, el segundo en importancia fluvial, donde me esperaba una lancha motora alargada, que sería, durante las siguiente semanas mi medio de transporte. Tengo que destacar que de las primeras cosas que me sorprendieron fue el paisaje de la selva, sin duda uno de los más bonitos que he visto en mi vida; la selva amazónica se junta con la Cordillera de los Andes, donde el agua, la naturaleza y los animales, fundamentalmente, son los protagonistas. Algunos de los animales que se pueden observar son monos de distintas especies, anacondas en temporada seca, osos perezosos, puercoespines, mariposas multicolores y reptiles, como iguanas enormes, y también al rey del río: el caimán. Según nos alejábamos del aeropuerto y nos adentrábamos en la selva, el paisaje comenzó a transformarse, las montañas y los picos nevados de La Paz, capital de Bolivia, desaparecieron a lo lejos, mientras que asomaban cielos azules y el color verde comenzó a dominar todo lo que estaba a la vista.
La Amazonía Boliviana ocupa un territorio que va desde los 200 hasta los 6.000 metros de altura. Distintos tipos de ecosistemas se desarrollan en este lugar con la mayor biodiversidad del planeta. Los ríos que nacen aquí fluyen hacia otros países en la continuidad del Amazonas. Los científicos cuentan que el Amazonas es vital para la vida humana porque en esta región los árboles transforman el dióxido de carbono en oxígeno en mayor cantidad, es el pulmón verde del planeta.
Cargados de cajas de medicamentos e instrumental médico, tras un largo pero emocionante viaje en la lancha, se llegaba a la zona de los poblados[1]. Allí se montaban los pequeños hospitales, normalmente dentro de escuelas o unas cabañas grandes muy humildes, que el gobierno solía construir, y esperábamos durante horas a los pacientes. Los tsimané no siempre viven alrededor de esas escuelas, en esos poblados, por lo que la ONG tiene que hacer un trabajo previo, avisándoles con antelación de la llegada de la brigada médica. Para ello tiene asignados uno o dos “promotores de salud”, tsimané que viven en esa zona y están en contacto con la ONG, sirviendo de intermediarios. Personas a las que se les enseña el español, y a las se les enseñan unas nociones de educación sanitaria básica. Además, en aquella época estaba Toni, que era un experto en comunicación de radio. Es español y los últimos 10 años trabaja para esta ONG y así pueden establecer una red de radio, instalando centros de radio en los diferentes poblados. Con lo cual, estábamos comunicados con ellos y les podíamos avisar a los “promotores de salud” de nuestra inminente llegada. Cada día visitamos un poblado diferente, pasábamos consulta por el día y viajamos de noche. En algunas ocasiones cargamos por la selva los medicamentos y el instrumental médico que llevábamos. Así que podrás imaginar que no llevábamos muchas cosas.
En las escuelas nos colocábamos tres médicos para pasar consulta, o sea, poniendo antibióticos y analgésicos normalmente, para el tema de las infecciones gastrointestinales e infecciones cutáneas. Los tsimané no tienen agua potable y utilizan aguas sucias para todo. Al no tener agua corriente no se pueden lavar, por lo que su higiene es muy deficiente, además se rascan mucho, sufren muchas picaduras de mosquitos, tienen muchas infecciones cutáneas, que les provocan fuertes dolores. Aunque vuelvo a destacar, como comenté antes, que los tsimané tienen, en general una buena salud, teniendo en cuenta sus condiciones de vida, y estas son las claves: su actividad física, los tsimané solo están inactivos el 10% del tiempo que pasan despiertos, realizando largos desplazamientos por la selva para cazar y pescar. Tienen una dieta muy baja en grasas y alta en hidratos de carbono. Sus principales alimentos son el arroz, el plátano, el maíz, la yuca o mandioca, la fruta y las nueces. Se da por supuesto que no toman alimentos procesados y no suelen fumar.
En aquel viaje me designaron las funciones de dentista: no soy dentista, soy cirujano maxilofacial[2], pero allí mi trabajo consistió básicamente en sacar dientes que estaban mal. Porque te podrás imaginar que su higiene dental también era muy deficiente.
Pero también eran deficientes nuestras instalaciones y medios, así que en algunas ocasiones íbamos improvisando. Por ejemplo, me enseñaron a hacer una especie de empastes dentales, que patentaron los americanos durante la Guerra de Vietnam[3] que se hacían al no tener instrumental eléctrico. Porque, para limpiar una caries o un diente, se necesita un motor que limpie, que taladre la infección del diente y una vez taladrado, rellenas esa cavidad con una pastita. No teníamos motor, porque no teníamos luz, con lo cual, no podíamos taladrar ningún diente. Entonces, lo que habían inventado los americanos en Vietnam y que nosotros comenzamos a poner en práctica, es que, con una cucharita de metal, rascabas esa suciedad lo mejor que podías y luego ya colocabas una pasta encima para rellenar.
Mi jornada laboral se iniciaba llegando al poblado que nos tocara ese día y montando una especie de sillón dental que teníamos. Sillón que había que portar sobre la espalda desde la lancha hasta tierra firme, impregnándote y ensuciándote las piernas de barro. A veces el poblado no estaba justo a la orilla del río; a veces, había que andar media hora por la selva hasta llegar a él. Cuando llegábamos al poblado, buscábamos la escuela y montábamos la consulta, a la espera que llegaran los pacientes, que solían acudir desde lugares lejanos.
El problema más habitual era conseguir que los tsimané nos dijeran qué dolencia tenían. A veces, era muy evidente ver qué diente les dolía, a veces sabían español y conseguía que me dijeran lo que les pasaba. Pero, en la mayoría de las ocasiones, no me lo decían, les costaba. Son muy tímidos y yo tardé un tiempo en aprender a comunicarme con ellos y entenderles. Sabía algunas palabras del tsimané y teníamos traductores que nos ayudaban, pero el problema era que a ellos les intimidaba que les mirara a los ojos y les hablara. Son tímidos y tranquilos. Mucho les tenía que doler para acercarse hasta la consulta médica que montábamos en la escuela.
A veces no podía atender a todos los pacientes que llegaban con dolencias, porque no tenía suficiente anestesia o medicamentos. Para que te hagas una idea, en mi consulta en Madrid, por cada paciente, ponemos de media unas cuatro anestesias. Allí solíamos utilizar, cuando teníamos, una carga por paciente. Con lo cual mi primer problema fue aprender a anestesiar con muy poca anestesia e intentar que al paciente no le doliera. El problema surgía si la infección del paciente era muy grave y necesitaba más anestesia, eso significaba que otro paciente se quedaba sin anestesia y seguramente sin ser atendido.
También era complicado el dolor que podían sufrir tras sacarles una pieza dental, porque cada paciente tenía derecho a cinco antiinflamatorios. ¿Te puedes imaginar cómo es sacarle a un paciente cinco piezas dentales y darle solo cinco ibuprofenos para que pase el dolor? Sin duda, es mejor que nada, pero nos hubiera gustado poder llevar más medicamentos y prestar más ayuda. Pero aprendimos a utilizar algunas plantas medicinales que usaban los tsimané, ya que tienen una importante cultura botánica.
Al hilo de esto, te contaré que, en uno de estos poblados a los que llegamos con la ONG, coincidimos con un antropólogo español, que llevaba varios años viviendo con los los tsimané. No recuerdo ahora su nombre. Vivía en una casa de bambú, sin agua ni luz, pero con una placa de energía solar para poder conectar el ordenador y la radio y cargar las pilas para la linterna. Salía a pescar, a cazar y a recolectar plantas con ellos y apuntaba, a través de exhaustivas entrevistas, su conocimiento de las plantas tradicionales. Nos contó que, durante los diez años que había estado viviendo en la Amazonia, había documentado 520 plantas silvestres o semicultivadas, de las que los tsimane utilizan 460, la mayoría para usos medicinales y también como alimento. Un total de 169 sirven para curar enfermedades: 23 combaten la diarrea, 17 la gripe, otras 17 se usan contra los hongos de los pies… Pero tienen muchas otras finalidades: 54 plantas se emplean para construir casas y otras tantas para elaborar tintes naturales. Los árboles son otras historias: conocen 140 especies diferentes para hacer leña y 21 para fabricar canoas[4]. La gente que tiene más cultura botánica cuida mejor el bosque y deforesta menos. Las características ecológicas y culturales de los Andes de Bolivia ofrecen variedad de prácticas respecto a la medicina tradicional, cuyos protagonistas son las plantas medicinales. Se conocen alrededor de 3.000 especies de plantas medicinales identificadas y verificadas en los herbarios del país; sin embargo, las investigaciones no han abarcado la totalidad de las etnias, quienes son las que poseen este conocimiento.
Los tsimané viven en una de las tierras más codiciadas de Bolivia: ha sido ocupada, deforestada y se han consolidado colonias campesinas y colonias ganaderas. Este proceso de cambio de esta zona de la Amazonía Boliviana se comenzó a desarrollar en la década de los años 60, cuando comenzaron a construirse algunas carreteras para acceder al territorio de los tsimané.
El Consejo Regional tsimané Mosetene trabaja en esta zona para conservar la biodiversidad y proteger los derechos de los pueblos indígenas, como los tsimané. Además de salvaguardar la vida silvestre en el área protegida mediante la lucha contra la caza furtiva, el avance de la agricultura sostenible y el desarrollo de un plan de manejo forestal, el grupo del Consejo Regional ha estado involucrado en la construcción de escuelas en 14 comunidades diferentes. Otras actividades destinadas a mejorar los medios de vida locales incluyen la producción de miel orgánica, el establecimiento de asociaciones de productores de café y cacao y el apoyo a los artesanos locales. Y es que estos pueblos indígenas lideran una transformación global esencial en la naturaleza, el clima y las economías. Uno de los pasos más sabios que podemos tomar ahora es escuchar y aprender de las miles de comunidades locales e indígenas, apoyar sus esfuerzos y ayudar a replicar sus acciones.
Muchos tsimané siguen viviendo en sus comunidades de origen, a las que la ONG llega a través de las lanchas a motor, aislados en el monte, cazando y pescando, plantando platanales y recolectando frutos amazónicos. Pero otros tsimané se encuentran en una situación de desplazados en ciudades. Muchos de estos han perdido sus lazos familiares y los lazos con sus comunidades, sufriendo presiones para adaptarse, generándoles experiencias amargas. También está la barrera del idioma, ya que muchos tsimané que viven en ciudades no hablan español y no saben cómo ganarse la vida: los hombres suelen trabajar como jornaleros o peones en propiedades y las mujeres se hacen cargo de las labores de la casa.
Para terminar, quiero destacar un importante aspecto de este pueblo, su cultura: la música, la danza y las artesanías manifiestan la historia y cosmovisión de su pueblo. Estas expresiones artísticas encierran una serie de significados reconocidos, valorados y transmitidos por los pobladores de la región. Ellos son quienes se encargan de mantener sus prácticas artísticas y artesanales.
Recuerdo asistir a una demostración de La Danza de la Pava Roncadora. Antiguamente, los cazadores realizaban un ritual dirigido al Jujubu (amo de los animales). El mismo consistía en imitar los movimientos de la pava roncadora para pedir al amo de los animales que permitiera al cazador conseguir presas para alimentar a su familia. En la danza, las bailarinas vestidas con tipoy y con el rostro pintado con urucú (tinte rojo) como el de la pava, realizan movimientos reflejando la alegría y destreza que tiene esta ave cuando está en plena libertad. La danza es encabezada por tres personajes que hacen referencia al ritual mencionado. A esos personajes vestidos con trajes de corocho y con los rostros cubiertos con máscaras de madera de balsa se les conoce como: Dojity’ y Micha’ (creadores de la cultura tsimané) y el Jujubu.
Aquel día no pudimos pasar consulta porque todo el poblado estaba de celebración y nos unimos a ellos. Sin duda, fue una experiencia muy gratificante. Nos contaron que había otra danza muy famosa, La Danza del Oso Bandera. Por lo visto, esta danza representa la derrota del gran devorador que comía a los humanos y a quien Dojity’ lo convierte en oso bandera. Se cuenta que antes de ser convertido en oso, el animal tenía colmillos grandes, que se convirtieron en uñas y el oso bandera las usa para defenderse cuando se encuentra en peligro. Esta no la llegamos a ver, pero tiene que ser un gran espectáculo.
Para algunos pobladores el arte y la artesanía son también un medio de subsistencia ya que esporádicamente pueden vender sus productos. En uno de estos pequeños poblados que visitamos con la ONG compré un warka-tyikakdye, un collar de semillas que aún llevo puesto hoy en día y que me trae bonitos recuerdos de aquel viaje al centro del Amazonas boliviano. Espero poder volver algún día a aquella región y te invito a vivir una experiencia tan apasionante como esta.
[1] Poblado – Conjunto de viviendas que forman una pequeña población, especialmente cuando es de carácter primitivo o provisional.
[2] Maxilofacial – del maxilar y la cara o relacionado con ellos.
[3] Guerra de Vietnam – Llamada también Segunda Guerra de Indochina, y conocida en Vietnam como Guerra de Resistencia contra Estados Unidos fue un conflicto bélico librado entre 1955 y 1975 para impedir la reunificación de Vietnam bajo un gobierno comunista.
[4] Canoa – Embarcación de remo muy estrecha, ordinariamente de una pieza, sin quilla y sin diferencia de forma entre proa y popa.