Escritora: Claudia González Arnaiz
Narradora: Miriam Sáez Árcija
Organización: Didark y UGR
Título: La leyenda de “La Emparedada de la Casa de las Torres de Úbeda”
Nivel: Intermedio
Idioma: Español
Resumen: Una mañana de un Viernes Santo lluvioso, Miriam salió a pasear por las calles de Úbeda, junto a su marido. En dicho recorrido le cuenta a su marido varias leyendas e historias de la ciudad, incluyendo la leyenda de La Emparedada de la casa de las Torres de Úbeda.
Palabras clave: Paseo, Historia, Patrimonio Artístico, Palacio, Iglesia, Patrimonio Nacional, Leyendas, Misterio.
Llevo varios días pensando qué historia podría contar y, al estar en fechas próximas a Semana Santa, me he acordado de una historia de un Viernes Santo de hace tres años.
Fue un día, aquel Viernes Santo, un tanto peculiar, muy diferente a los que habíamos vivido hasta la fecha. Ese año, durante toda la Semana Santa llovió, y las procesiones se suspendieron. Todos los años, las procesiones pasan por la puerta de mi casa y me resultó tan extraño no oír el bullicio de la gente que iba a ver a Jesús Nazareno, ese constante murmullo de los devotos y sus pasos. Asombrada por aquella calma, aquel silencio, me asomé a la ventana y recuerdo sentirme afortunada por haber nacido aquí, en Úbeda y poder vivir en pleno casco histórico de la ciudad. Y es que esta ciudad atrapa, y lo hace con ganas. Es la ciudad más antigua de Europa y está marcada por el esplendor de su etapa renacentista, que se mezcla en cada rincón con su pasado barroco, musulmán, romano y visigodo. Por algo fue declarada Patrimonio Histórico de la Humanidad en 2003, junto a Baeza, ciudad vecina.
Aquel día de primavera, el suelo estaba mojado por la reciente lluvia y la tarde invitaba a dar un paseo por aquellas calles que destilan tanta historia. Así que me puse una chaqueta, cogí mi cámara fotográfica y decidí, acompañada de mi marido, dar un pequeño paseo por la ciudad y aprovechar para contarle algunas historias y leyendas[1] curiosas.
Aquella mañana decidimos desayunar en la cafetería “Alejo y doña Rosita”, donde además de un rico café, pudimos comernos unos ricos virolos. ¿Sabes lo que son? Son unos dulces muy especiales, suaves y ligeros, hechos de hojaldre, rellenos con una pizca de cabello de ángel y bañados con azúcar glas. Una auténtica delicia. Muchos de los dulces tradicionales de Úbeda tienen siglos de historia heredados de la cocina andalusí[2] y conventual.
Con el estómago lleno, iniciamos el paseo, decididos a realizar algunas fotografías. Tanto mi marido como yo somos aficionados a este arte y nos gusta buscar rincones recónditos de la ciudad y fotografiarlos. Justo al salir de la cafetería, nos encontramos con nuestro vecino Pepe, que vive en el Hotel Ordoñez Sandoval, situado justo al lado de mi casa. Pepe nos invitó a pasar y contemplar cómo había quedado el patio interior del hotel tras su remodelación. Este hotel se erige en una histórica casa familiar de estilo neoclásico donde nació Felipe Ordóñez Sandoval. Restaurada en 1889, fue decorada por el Ingeniero don José Iturralde, con murales belgas y mobiliario de la época. A primeros del siglo XX fue convento de las Carmelitas de la Caridad. Tras breves intervalos volvió a ser vivienda familiar de los señores Ordóñez Sandoval[3]. Una parte de la casa se ha convertido en el hotel y te puedo confirmar que dispone de confortables habitaciones que se caracterizan por su amplitud y luminosidad.
Tras despedirnos de Pepe y contemplar los cambios en el hotel, continuamos nuestro paseo hasta la plazuela de San Pedro, donde se sitúa el Convento de Santa Clara. No sé si sabes que Úbeda fue una ciudad con un gran número de congregaciones y fundaciones religiosas, de las que apenas quedan tres. Pues el de Santa Clara fue el primer convento de monjas de la ciudad en crearse tras la reconquista. Y tiene una importante e histórica curiosidad: el 5 de noviembre de 1489, cuando la reina Isabel Católica pasaba por la ciudad para llegar a Baza y firmar la toma de Granada, esta se hospedó una noche en el convento. La congregación ha conservado intacta la habitación que la reina ocupó aquella noche, llamándola cariñosamente el palacio. Ese día decidimos no entrar a saludar a la pequeña comunidad de monjas que viven allí, pero te diré que hacen unos dulces deliciosos. Decidimos en esta parada, realizar algunas fotografías de la portada exterior del convento, que fue realizada en el siglo XVIII y es de estilo barroco con resonancias renacentistas. Podemos ver un arco de medio punto con pilastras laterales con decoración geométrica. Sobre el entablamento hay una hornacina de pequeño tamaño en la que aparece Santa Clara, que da nombre al convento.
Retomamos nuestro paseo y, tras zigzaguear[4] por algunas callejuelas, nos encontramos ante la Iglesia de Santo Domingo, en la plaza del mismo nombre. Según cuenta la leyenda, esta iglesia, de estilo gótico-mudéjar, se fundó entre los siglos XIII y XIV. Decidimos sentarnos en las inmediaciones de la iglesia y caí en la cuenta de que cerca de la Iglesia de Santo Domingo está situada La Casa de los Morales, también conocida como La Casa del Ahorcado, historia que mi marido también desconocía y que te voy a contar. Cuenta la leyenda que, en época del rey Pedro I, existía una familia acomodada y de buena posición en Úbeda. La familia tenía una hija llamada doña Leonor, pretendida por gran parte de los mozos de la ciudad. Pero a ella solo había un joven que le llamara la atención: don Pero Gil, joven noble de la ciudad. La pareja se veía a escondidas y se quería. Un día don Pedro Gil fue llamado a filas. Fue tan rápida su partida que no tuvo tiempo de desposarse con doña Leonor debido a esto doña Leonor le prometió que le esperaría su vuelta ya que no habían tenido tiempo de poder casarse. Pasaron cuatro años sin noticias de don Pero y los padres de doña Leonor le habían instado a que olvidara su promesa, ya que pensaban que habría fallecido en combate. Pretendían que volviera a prometerse con algún mozo de la ciudad. El padre de doña Leonor, una vez pasado estos cuatro años, tomó la decisión de desposarla ya que pasaba el tiempo y corría el riesgo de que a doña Leonor se le pasara el arroz. Y lo hizo con otro gran nombre de la ciudad: don Rodrigo. Don Rodrigo era un noble bien posicionado, a la vez que bastante más mayor que doña Leonor, que montó en cólera y dijo que no estaba dispuesta a casarse con semejante vejestorio. Ella todavía mantenía la promesa que había hecho a don Pedro Gil. Don Rodrigo se lo tomó el rechazo como una afrenta y secuestró a doña Leonor. La llevó a su casa y la encerró en una habitación de una de las torres. Llegaron noticias de esta deshonra al Rey Pedro I, el cual mandó traer a doña Leonor, la cual estaba en un pésimo estado. Había sido mancillada y había perdido su honra a manos de don Rodrigo. El rey se manifestó con estas palabras: – “La honra de esta dama ha sido mancillada. Hay que restablecer su honor. Y la única forma de hacerlo es que se case con aquel que yació con ella”– . Pero, al terminar la boda, el rey dijo que ahorcó a don Rodrigo por la grave afrenta contra doña Leonor. Cuentan que los gritos del ahorcado resuenan en la casa hoy en día[5].
Tras retomar el aliento, decidimos emprender el camino. Observamos, curiosos que, tras la tapia de un solar en ruinas, se dibujaba la silueta de La Casa de las Torres que fue la primera mansión palaciega construida en Úbeda en el siglo XVI. Y esta casa también tiene una famosa leyenda, en esta ocasión de un fantasma femenino, que se ha visto pasear por las galerías del patio. En 1920 hicieron unas obras en la casa y detrás de un falso tabique apareció un esqueleto con ropajes[6] femeninos y algunas joyas. Se cree que era Ana de Orozco que fue desposada con tan solo diecisiete años con don Martín, aunque ella estaba enamorada de un escudero que vivía en las cuadras de la casa de sus padres y que en el fondo, se estaba aprovechando de ella para ascender en la escala social. Cuando el escudero descubrió que doña Ana se había casado la mató y emparedó en la casa de esta, La Casa de las Torres. Don Martín nunca la encontró. Dice la leyenda que, desde entonces, se ve la aparición de una mujer desdichada, lamentándose entre las columnas y las habitaciones de La Casa de las Torres[7].
Yo conocí aquella historia gracias a mi maestro don Juan Ramón Martínez Elvira, amigo de mis padres, que además de profesor era historiador. Muchas de las historias y leyendas de Úbeda las conozco gracias a él. Antes de despedirnos de aquel alcázar urbano torreado con cierto aire medieval y con mezcla de elementos renacentistas, decidimos hacer fotografías de la bella portada plateresca, flanqueada por las dos torres que le dan nombre a la casa.
Tras dejar atrás la leyenda de doña Ana, proseguimos nuestra andanza matinal y llegamos a los aledaños de la Iglesia de San Lorenzo. Y es que hay pocos lugares, como en esta iglesia, donde se puedan apreciar de manera tan fascinante la historia de nuestra ciudad. Te diré que en el subsuelo de la iglesia hay vestigios arqueológicos de una antigua necrópolis excavada en la piedra. Y sus muros desconchados aglutinan muestras de arte románico, gótico, renacentista y barroco. El origen del edificio es del siglo XIII. San Lorenzo debió de erigirse poco después de la conquista cristiana de la ciudad, en 1234. En sus primeros años de existencia tuvo la apariencia de un humilde templo románico. No me voy a extender mucho con la historia, pero si destacaré que, durante la Guerra Civil española, la iglesia sufrió un importante deterioro, permaneciendo cerrada al culto. Años después fue utilizada como silo para guardar trigo, como refugio de indigentes, como almacén y como estudio de artistas locales. La última de sus habitantes, Paca la Campanera, cuidó de ella como su casa que era. A la Campanera se le ocurrió plantar una hiedra en el patio que llegó a cubrir en su totalidad la esbelta espadaña de San Lorenzo. Y esta fue, por mucho tiempo, una de las estampas más románticas de la ciudad. A principios del siglo XXI, la iglesia de San Lorenzo se encuentra en el peor estado de toda su historia. Los habitantes de Úbeda nos alzamos para intentar salvar al monumento de una ruina inminente. Y tras una rehabilitación integral del monumento, se ha convertido en un centro social y cultural para el disfrute de todos.
Desde este punto de la ciudad es posible contemplar los Valles del Guadalquivir y del Guadiana Menor, así como las Sierras de Cazorla, El Pozo y Mágina, con el mar de olivos como protagonista. Recuerdo como aquel día las nubes creaban un fabuloso espectáculo en el cielo. Allí capturamos, con el objetivo de nuestra cámara, aquella inolvidable atmósfera. Tengo que decir que la fotografía de paisajes naturales me fascina. Imagino que haber nacido en este enclave natural ha hecho que ese gusto se desarrolle. Siempre me ha gustado disfrutar del aire libre y explorar los impresionantes Parques y Reservas Naturales de Jaén y de Andalucía. ¿Sabías que Jaén cuenta nada menos que con cuatro Parques Naturales siendo la provincia española con mayor número? Somos muy privilegiados: Patrimonio Natural y Patrimonio Cultural se dan la mano en nuestra provincia.
Tras aquellos momentos de tranquilidad decidimos seguir nuestro paseo y, de camino al Palacio de los Medinillas, pasamos por la puerta de Santa María de Tiznajo, un antiguo taller especializado en trabajos de forja artística, taller declarado Punto de Interés Artesanal de Andalucía. El taller de Forja Tiznajo representa la quinta generación de una estirpe de artesanos del hierro. Su labor ha conseguido recuperar, mantener y garantizar la continuidad de esta especialidad artística y artesana en Úbeda. Su trabajo es un ejemplo del respeto por la tradición, la calidad y el valor artístico, expresión viva de la cultura material de Úbeda pero, sobre todo, de un saber hacer, de una sabiduría heredada generación tras generación, que se constituye como una de las piezas emblemáticas del rico Patrimonio Cultural Artesano.
En pleno centro de Úbeda, y cerca de la Plaza de Vázquez de Molina, se encuentra el Palacio de los Medinillas, que nos llamó la atención su fachada con los escudos heráldicos de sus fundadores, las antiguas argollas a las que se ataban a los caballos y los portones de madera maciza. Es un edificio de 1627, construido cuando, el secretario personal del Emperador Carlos V, Francisco de los Cobos, y su arquitecto fetiche, Andrés de Vandelvira, estaban empeñados en convertir a Úbeda en la ciudad renacentista más monumental de Andalucía. Decidimos entrar a tomarnos un café a la sombra de su morera centenaria que se erige en su patio interior, rodeada de muebles y antigüedades que decoran el espacio contribuyendo a escribir su ecléctica[8] e interesante historia. ¿Sabías que este palacio conserva en su biblioteca una de las mejores colecciones de libros gastronómicos de Andalucía, con publicaciones en varios idiomas, guías culinarias de diferentes países y artículos de revistas especializadas?
Además del café con leche tomamos un ochío, que es un pan que tiene su origen en los monasterios que se enclavan en la cuenca Alta del Guadalquivir y, normalmente, se consumía durante la Pascua de Resurrección. Su nombre le viene por ser la octava parte de la masa de un pan. Suele hacerse salado, con pimentón. Antiguamente las monjas elaboraban este producto con miel vieja y anís. Fue años más tarde cuando se modificó esta receta añadiendo una mezcla de pimentón dulce con Aceite de Oliva y sal gruesa por encima.
Aprovechamos, una vez más, para fotografiar algunos espacios y curiosidades del palacio, como la escultura a la Patata Frita, diseñada y construida por Francis Guth, antiguo propietario de Los Medinilla; a el coche de caballos del siglo XIX, que está situado en la entrada o a la colección de platos de cerámica con distintas temáticas y decoratos con los característicos colores ubetenses, amarillo y verde que presiden la cocina, y son una seña de identidad de la casa[9]. Un tanto cansados, decidimos regresar a nuestra casa.
De camino de vuelta, nos topamos con la imponente torre del Palacio de los Condes de Guadiana, ubicado en la esquina de la Calle Real con la Calle Juan Pasquau. Este fue mi colegio. Hoy es un hotel de cinco estrellas. Fue construido en el siglo XVI y se llama así porque durante muchos años perteneció a los descendientes de don Lope de la Cueva y Guzmán, primer Conde de Guadiana. Lo que más destaca es su imponente torre en esquina que consta de tres pisos en los que se encuentra un completo repertorio de elementos emblemáticos. Es muy interesante su decoración heráldica. Al lado del Palacio de los Condes de Guadiana está situada la Iglesia de San Pedro, una de las más antiguas de Úbeda y hoy cerrada al público. A pocos metros está mi casa. Tuvimos que acelerar el paso porque la lluvia empezaba a hacer acto de presencia y no queríamos mojarnos porque no llevábamos paraguas. Al llegar a casa me asomé a la ventana y volví a sentirme muy orgullosa de mi tierra, Úbeda y de su rico e importante Patrimonio.
[1] Leyenda – Relato basado en un hecho o un personaje reales, deformado o magnificado por la fantasía o la admiración.
[2] Andalusí – Natural de al-Ándalus o España musulmana.
[3] Información completada a través de la web hotelordonezsandoval.es
[4] Zigzaguear – Serpentear, andar en zigzag.
[5] Leyenda completada con información del blog: www.visitaubedaybaeza.com.
[6] Ropajes – Vestido u ornato exterior del cuerpo.
[7] Leyenda completada con información del blog: www.visitaubedaybaeza.com.
[8] Eclecticismo – Combinación de elementos de diversos estilos, ideas o posibilidades.
[9] Información extraída de la página web www.palaciodelosmedinilla.es